El fusilado de correderas
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Un torrencial aguacero dibujó de frescura el amanecer del 14 de mayo de 1898, fertilizando la alegría de las aves que tenían por habitad seguro los montes de Correderas y las arboledas de pequeñas estancias campesinas en esa zona de la antigua jurisdicción de Jaruco.
En uno de eso bohíos encontró cobija y café recién colado el cabo del Regimiento Habana Andrés Revilla, natural de San Antonio de Río Blanco, y explorador de esa fuerza mambisa.
Tenía la misión de encontrar el rastro de una compañía de infantería del Ejército Español, cuando lo sorprendió el temporal.
El cabo mambí Andrés Revilla tenía 25 años de edad.
Al cesar la lluvia, al filo de las siete de la mañana, agradeció por las atenciones a la familia campesina, y bordeando el camino que conduce a San Francisco, es sorprendido por una patrulla hispana y apresado.
Le conducen amarrado ante el capitán al mando de esa fuerza, quien le conmina a delatar el campamento exacto de la partida mambisa, y Andrés Revilla se negó rotundamente a la vil traición.
Allí, al pie de las pequeñas elevaciones de Correderas, fue fusilado este patriota natural de San Antonio de Río Blanco.
Un héroe anónimo que debe recordarse en las escuelas de la enseñanza general de ese pueblo del municipio de Jaruco.