Maceo en la historia local
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Aunque el Lugarteniente General del Ejercito Libertador, Antonio Maceo, es uno de los notables imprescindibles en la Historia de la República de Cuba, su impronta fructifica en cada localidad del archipiélago por donde cabalgó hasta su caida en combate el dos de diciembre de 1896.
Y Jaruco, no fue la excepción.
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Cuentan que sobre las ocho y treinta de la fría noche del 18 de febrero de 1896, el Mayor General con su Estado Mayor y la tropa, acampan quizá a un kilómetro de la Plaza de Armas de la Ciudad Condal, donde hoy está el obelisco, por cierto algo olvidado.
Tras revisar los datos de la exploración, el Titán de Bronce ordena al brigadier Juan Bruno Zayas estar al frente del ataque a Jaruco, explicándole que una parte entraría por detrás del cementerio y la otra por la calle que sube desde la esquina de Pacheco hasta la antigua cárcel, hoy calle 32.
No es noticia decirles que a las nueve de la noche del 18 de febrero de 1896 comenzó el ataque, y que al filo de las cuatro de la madruga del 19 el general Juan Bruno Zayas ordenó la retirada.
El Mayor General Antonio de la Caridad Maceo Grajales, nombre que reza en su inscripción de nacimiento, quedó resguardado en un bohío que estaba donde hoy el monumentro pétreo inmortaliza el lugar.
Al llegar el joven general Zayas, Maceo le abraza y le felicita por el éxito del ataque, que el objetivo fue un regalo para el villano de Valeriano Weyler, acabdo de llegar a Cuba.
Felicitaciones paisano. Primera vez que veo el nombre de mi pariente mencionado por un historiador jaruqueño. Siempre alaban mucho a Maceo, que en realidad se quedó acampado en el llega y pon.
Gracias,