Cristina y Calimbao
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La Ciudad Condal de Jaruco contó a mediados del siglo XX con una pareja de limosneros de linaje. Él, era de piel tan oscura como el fondo de una furnia, y ella una rubia desdentada que jamás usó dentífrico ni champú, aunque caminaba con aires nobiliarios por las empinadas calles del pueblo.
¿Quiénes eran estos personajes populares?
La mujer magra de carnes y alta como una caña brava, respondía por Cristina, mientras que el moreno de la piel ceniza por la ausencia del agua y jabón, decía llamarse Calimbao.
Lo cierto es que ambos fueron, el Rey y la Reina de la corte de vagabundos que señoreó por las calles, comercios y restaurantes en busca de un mendrugo para mitigar el hambre anidada en sus rugientes y desvalidas tripas.
El monarca Calimbao cobijaba la cabeza con un desvencijado sombrero, mientras la Soberana Cristina cubría la suya con un agujereado pañuelo de seda, que encontró junto a un raído camisero de guinga, en una de sus frecuentes visitas al basurero municipal.
A la hora del almuerzo y la cena, la popular pareja esperaba por la caridad pública y por las sobras del Café Europa, que casi siempre consistía en una ración de arroz con frijoles, agua del tiempo y café.
Y así días tras días, mes tras mes y años tras año hasta que…..
….Un mal día a Cristina la despertó el agonizante ronquido de Calimbao. Un infarto furtivo penetró en el noble corazón de su compañero de pintorescas fantasías, para dejarla sola en aquella época de urgencias.
Unos meses después la Reina del vagabundaje jaruqueño se durmió en uno de los asientos del parque para no despertar jamás.
Curiosamente no conocía de esta historia de mi pueblo natal sobre Cristina y Calimbao, cabe destacar que hay muchos como ellos en la actualidad y en muchas parte del mundo. Reciban un cordial saludo desde el más allá de las fronteras, desde Islas Canarias.