Artistas del pueblo.

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Hace más de medio siglo, un 24 de junio, día del santo patrón de Jaruco, debutó, en la sociedad de Instrucción y Recreo de la Ciudad Condal, la compañía Candilejas.
Candilejas era un grupo de aficionados al teatro que comenzó, organizado por Jesús Michelena, con pequeñas representaciones a modo de entretenimiento, y posteriormente, apoyado por esas sociedades de la época, fue logrando éxitos y asumiendo diferentes manifestaciones artísticas. A sus representaciones asistía un público creciente, que abarcaba todas las edades y niveles culturales.

Entre los integrantes de Candilejas descollaba por su entusiasmo Eduardito Santander, quien fue uno de los promotores para que el grupo se presentara en la Corte Suprema del Arte en la década de 1930.

Generalmente las presentaciones de la compañía se iniciaban con el propio Santander o una de sus hijas al piano. A continuación interpretaban una obra dramática, en dos o tres actos. Estas obras, que reflejaban problemas cotidianos de la época, eran escritas también por aficionados.

Particularmente se recuerda la obra Yo perdono a mi madre, estrenada en San Antonio del Río Blanco en 1953. Esta obra, escrita por Antonio Hidalgo, contó con un reparto en el que intervenían Rosa María Domínguez, Olga Avila, Mirta Díaz, Irmina Rivero, Jesús Michelena, Juan Benítez, José Antonio Avila y Raúl Pacheco.

La representación tuvo tal calidad que generalmente el público terminaba de pie, aplaudiendo largo rato y con no pocas lágrimas derramadas.

Pero aunque el plato fuerte fuera el teatro, vale aclarar que en aquel grupo de aficionados todos hacían de todo. Bailaban, cantaban, y presentaban números musicales.

Tal fue la importancia de la compañía Candilejas, que al celebrar su cincuenta aniversario, los integrantes de la misma y sus familiares sostuvieron un encuentro auspiciado por el inolvidable historiador Jaruqueño, Osvaldo Correa, en el lugar donde estuvo el primer teatro de la localidad.

Sin dudas, Candilejas fue un grupo de artistas del pueblo que se entregaron con amor a brindar su arte, y fueron correspondidos por el pueblo, con la admiración, el respeto y el reconocimiento por su labor.