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Quilla: virtuoso de la trompeta y maquinista de lujo

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Francisco Martínez Chao
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Un niño de apenas 8 años asombró a los profesores de la Academia de Música del central-refinería de Hershey, en el lejano años de 1933.
El espigado director Jaime Silvestre, quedó boquiabierto cuando el pequeño Pedrito González Bernal, casi del tamaño de la trompeta, interpretó con sonoro colorido un fragmento de La Malagueña.


Nacía así la leyenda del trompetista de Santa Cruz del Norte, el inolvidable Pedro González, o simplemente Quilla.

Su primer maestro, el que le enseño el ABC de la trompeta, fue Ángel Martínez, que al ver hechizado al maestro Jaime Silvestre, le dijo: No estás soñando, este niño será un trompeta de lujo, y así fue.

Imagínense que Pedro Quilla González, a los 13 años de edad, era trompetista de la Banda de Música de Hersehey, dirigida por el profesor Jaime Silvestre y eterno admirador del genio de este muchacho parsimonioso y respetuoso, que 4 años después tocó en septetos por la zona.
Quilla durante 1945 integró la orquesta “Indians”, de San Antonio de Río Blanco, y posteriormente la “Monterrey”, en las cuales se destacó por la belleza de los solos que emprendía con su trompeta.

La profesionalidad y el dominio de ese instrumento de viento, le abrió las puertas a las afamadas orquestas de Ernesto Duarte, la Riverside, la Pacho Alonso, la Continental y los conjuntos Saratoga, Rumbavana, Los Latinos y el CasaBlanca, entre otras agrupaciones.

Al regresar a su natal Santa Cruz del Norte, Pedro Quilla González, siguió con su sonora trompeta y creatividad en el grupo A6T, Perlas del Caribe y la orquesta Havana Club, en la que fue director, arreglista y compositor.

Un buen día le invitan a participar en el Sistema Internacional Karaoke, y fue el primer músico cubano en escribir su nombre en ese sistema de música computarizada.

Un disco con 400 temas, más de la mitad con arreglos musicales de Quilla y diez de su creación, llegó a Cuba tras recorrer toda América.
Amén de ser un trompetista de excelencia, resultó también un maquinista de lujo en el legendario tren eléctrico de Hershey, dónde cada vez que accionaba el pito lo hacía como si acariciara los pistones de su divina trompeta.

En el camposanto de Santa Cruz del Norte descansan sus restos y un epitafio: Quilla, 13 de enero de 1925 + 20 de noviembre de 2001

Hoy, en esa otra dimensión comparte escenarios celestiales con sus descubridores, los maestros Jaime Silvestre y Ángel Martínez.

También junto a otros inolvidables ferroviarios del Tren Eléctrico de Hershey (el 3021) sigue desandando la mítica vía en ese espacio de la eternidad.
Gracias Quilla, el trompeta de los solos deslumbrantes y por la hidalguía del maquinista puntual.

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