Registro Civil: Trámites sin Fin
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Hace unos días me encontré con María, una amiga que hace unas semanas se debate entre los apagones y la mala conexión, porque está tramitando una documentación en el Registro Civil.
Ella que es de tez muy blanca, estaba roja del insulto que traía. Según contó, era evidente la falta de empatía y profesionalidad del personal que la atendió, quien con voz de mando y sin mirarla al rostro, muy a gusto con su móvil, le dijo: «la base de datos no funciona».
A esta situación, ya común, se le suman los revendedores de turnos, documentos con errores, lo cual deriva en una tortuosa subsanación, o simplemente que no llegan nunca al cliente. Esas son las historias de nunca acabar, que día a día se repiten como un deja vu.
Realizar trámites en el Registro Civil, es todo un desafío, un camino angosto de recorrer que bien pudiera compararse con una carrera de obstáculos, dónde la meta parece alejarse en la medida que avanzas.
Ni tan siquiera la posibilidad de realizar la opción online, mediante la web del Ministerio de Justicia, alivia la situación, porque aún cuando te notifican a tu correo la culminación de la gestión tienes que acudir a la oficina y ahí te atrapan en una madeja los problemas estructurales y quedas en las mismas.
Cuando hay corriente no hay conectividad, y cuando funciona la misma se va, el fluido eléctrico. A ello súmele la obsolescencia tecnológica, en cuanto a la impresión de los documentos. Otra situación, es la ausencia de la persona en los registros digitalizados, haciendo aún más demorado el proceso.
Lo que podías haber resuelto en horas, se va alargando en el tiempo y hay quien lleva seis meses a la espera y no tiene respuesta. En momentos dónde la demanda por parte de la población de este tipo de servicios crece, bien pudiera hacerse una revisión y buscar alternativas viables para todos.
Porque, los clientes se molestan y hasta padecen maltratos, pero los trabajadores del Registro Civil también son víctimas de la carga acumulada de los usuarios, al ser los registradores quienes a diario dan la cara a un pueblo, irritado y ávido de soluciones y no de justificaciones. Todo ello solo genera incomprensión, malentendidos y faltas de respeto, acumulando un grano más, a la montaña de disgustos cotidianos.
