Historias de mi pueblo

De historia y de mártires.

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Elías Zayas
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A menudo la historiografía  local  nos deja con algunas lagunas que facilitadas más por la subjetividad de los hombres que registran y cuentan la historia,    que por las limitaciones de los documentos o la trascendencia de los hechos históricos ocurridos.

La historia contada de Jaruco sobre la participación jaruqueña en la guerra iniciada en 1895  nos refiere por lo general a los hechos históricos de mayor  significación. Al menos así se constata en el conocimiento popular que ha quedado de ella. El asalto de Maceo a la ciudad, las acciones militares del general Aguirre en la zona y las trágicas  consecuencias de la tristemente célebre reconcentración weyleriana con sus miles de víctimas inocentes  son sin dudas,   y con toda razón, las figuras y los hechos más  recogidos en la historiografía local relacionados con esta gesta emancipadora, pero existen otros aspectos menos divulgados que merecen también adecuado reconocimiento y justicia.

Como en toda la isla la gesta independentista liderada por José Martí y otro grupo de insignes patriotas tomó calor y enalteció los sentimientos patrióticos de muchos de los lugareños que se entregaron a la causa insurreccional. Un grupo de ellos alcanzó altos grados como oficiales del Ejército Libertador, otros sirvieron dentro de sus filas como soldados pero sus nombres, a pesar de ello, no han podido  traspasar la barrera del desconocimiento de sus coterráneos  y el silencio.

Ciñéndonos a lo que hoy conocemos como el municipio de Jaruco, este territorio aportó a la guerra tres coroneles y un teniente coronel según investigaciones publicadas. Quizás el más conocido de ellos, para los locales, sea coronel Francisco Javier Bolaños Fundora, médico, nació en el poblado de Caraballo y se incorporó en febrero de 1896 con los grados de Comandante. Obtuvo varios asensos llegando a alcanzar los grados de coronel y el cargo de jefe de sanidad en la 1 Brigada, 2da División del 5to Cuerpo de Ejército hasta que finalizó la guerra.

El también coronel José Raimundo Matilde Ojeda, era natural de San Antonio de Río Blanco y se integró al Ejército Libertador en agosto de 1895 participando en los combates del ingenio Carmen, El Jagüey, el del ingenio Jesús María, cafetal La Josefa, Hato de Jicarita, Condesa, loma del Purgatorio y otros más, todos en la provincia de Matanzas. Nombrado Jefe del Regimiento de Infantería de Matanzas con el cual terminó la guerra. Murió en la finca La Cidra, Matanzas, el 8 de abril de 1938.

El tercero de estos coroneles fue Manuel Antonio Martínez-Amores Díaz, nacido en Caraballo, se alzó en la zona de Bolondrón, Matanzas, subordinándose al comandante Rafael Cárdenas y participando en los combates de Ceiba Mocha y Pipián. Perteneció al Regimiento de Caballería Habana del cual llegó a ser su jefe. Participó en acciones como la de Juguetillo, Guanabacoa y La Coca. Combatió a la guerrilla en Güines. Viajó a Nueva York para tratarse de una enfermedad. Se reincorpora al desembarcar por el sur de Camagüey, volviendo con posterioridad al Regimiento de Caballería Habana donde termina la guerra como segundo jefe del mismo.

Natural de Casiguas fue el teniente coronel Serapio Simeón Almenteros quien había participado en la Guerra del 1868 como soldado. Ingresó a la gesta del 95 en julio del mismo año en la antigua provincia de Las Villas. En diciembre de 1896 quedó incorporado al contingente invasor en el lugar llamado El Quirro, llegando hasta Pinar del Río donde estuvo a las órdenes del general de brigada Vidal Ducase. Participó  en combates como el de Las Tironas. Nombrado jefe del Regimiento de Caballería “Goicuría” que operaba en la provincia de La Habana. Murió en La Habana en 1942.

Entre los tantos soldados haremos mención solo de aquellos que fallecieron en la gesta y que fueron recogidos en ese monumental trabajo que se realizara bajo la dirección del general Carlos Roloff al culminar la contienda y que salva del total anonimato a muchos de esos hombres.

Así podemos mencionar hombres como Francisco Cauch, natural de Jaruco que ingresó en el Ejército en marzo del 1896, y siendo soldado del Regimiento “Habana,” murió en combate en el 1897 con solamente 20 años de edad. También  de Jaruco fue Simón Mariño y Rodríguez, de 26 años, soltero y del comercio, el cual ingresó en el Ejército el 12 de febrero del 1896, perteneció a la 2ª Brigada de la 1ª División del 5° Cuerpo, y murió de disentería, en el ingenio “San Rafael,” el 6 de Noviembre del 1898 y Francisco Méndez, de 20 años y soltero, que ingresó febrero del 1896, y siendo Sargento del Regimiento “Habana” y murió en combate en Agosto del 1897.

Los jóvenes Antonio Piedra González y Carlos Piedra y Piedra, ambos de 18 años, igualmente naturales de Jaruco y pertenecientes a la 2ª Brigada de la 1ª División del 5° Cuerpo. El primero ingresó en el Ejército el 1° de enero del 1896 y murió en acción de guerra, en “Sabana Grande,” el 17 de Octubre de 1897. El segundo ingresó el 7 de enero de 1896 y murió en “Camarioca.” el 8 de Noviembre de 1897.

Los últimos nombres que aparecen en relación de fallecidos, nacidos en Jaruco son: José Rodríguez Linares, de 20 años que ingresó en marzo del 1896, llegó a ser cabo en el Regimiento “Habana,” y murió de un disparo casual en Junio de 1898; Eusebio Vargas, de 17 años, soltero y soldado del Regimiento “Habana,” con fecha de incorporación en abril de 1896, y murió en combate en 1897 y Quintín Mauricio de la Cruz Padrón del cual no se aportan otros datos.

San Antonio de Río Blanco dio de dentro de sus hijos a: Julián Martínez, de 30 años y soltero, fue soldado perteneciente a la 1ª División del 5° Cuerpo, y murió de viruelas el 18 de febrero de 1898; Evaristo Más, de 35 años, ingresó el 8 de julio de 1895, prestando sus servicios en el Regimiento “Robau,” donde era tenido por Comandante y cayó en combate el 15 de diciembre de 1897, quedando su cadáver en poder del enemigo y Andrés Revilla que se incorporó en julio de 1896, era Cabo del Regimiento ‘‘Habana,” y fue ejecutado en “Correderas,” en Mayo del 1898.

Del poblado de Caraballo aparecen Porfirio Gutiérrez Pérez de 38 años, ingresó en el Ejército el 12 de mayo de 1896, era tenido por oficial, y perteneciendo al Regimiento “Palos,” murió en combate en Julio de 1897y Eduardo Martínez, de 21 años y ingresó en el Ejército en junio del 1896, era soldado del Regimiento “Habana,” y cayó en combate en Agosto de 1896.

De Casiguas son tres los hombres registrados como fallecidos en la contienda libertaria. Los nombres de Cecilio Rodríguez, soldado del Regimiento “Habana,” que murió en combate en agosto del 1897, Alberto Triana de 21 años incorporado en el Ejército en mayo del 1896, fue sargento del Regimiento “Habana,” cayó combatiendo en “Tapaste,” en octubre del 1896 y Manuel Valera Alfonso,  este último de 50 años, ingresó en el Ejército en 1897, y siendo soldado del Regimiento “Palos,” murió en combate, en 1897. De Bainoa el joven Nazario Rodríguez, de 24 años y soltero, ingresó al Ejército en febrero del 1896, y siendo soldado del Regimiento “Habana,” murió combatiendo en mayo del 1898.

Estos ejemplos bastan para rebatir las calumnias que aún dejan  rodar impuras voces   sobre la dignidad y la valentía de nuestros antepasados.  Así con sangre y heroísmo está teñida de gloria y patriotismo nuestra historia local, contémosla así.

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