Llegó la luz

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Ese alarido resuena en mis oídos y marca el punto de partida de una carrera desenfrenada hacia cargar ventiladores y lámpara, conectar el refrigerador y encender el fogón para cocinar lo más urgente, la vianda y los frijoles, lo otro es más fácil hacerlo al carbón porque, el alumbrón de ahora no debe pasar de las 4 horas.

El escenario ya resulta estresante, pero hoy amanecí con el pie izquierdo. ¡Éramos pocos y parió Catana¡. Se fue el caballito del poste de la esquina.

Nada de cocina por el momento, voy hacia el teléfono para marcar el 18888 e intentar reportar la afectación eléctrica.

Ufff, pero esto no es nuevo. Pasan los minutos y del otro lado de la línea solo hay tono de ocupado, de espera o el timbre que nadie contesta.

El tiempo pasa y los 4 muslos de pollo para la comida del domingo están descongelados y se van a pudrir.
Esta espera, desespera. Me dan deseos de ir directamente al despacho del jefe de operaciones de Jaruco, eso me queda cerca.

Y me pregunto: ¿Por qué tengo que marcar y esperar por un número provincial si al final la solución la da el municipio?

Un teléfono, un correo electrónico o un canal de telegram en Jaruco, restaría tiempo de espera y disgusto a los clientes como, yo a quienes se nos escapa la oportunidad de cocinar antes de que llegue el otro apagón.

¡Por fin¡ Una hora y 23 minutos de marcado incesante para que responda el 18888 de la provincia.

Nada, mejor me resigno y mientras llegue el carro con la brigada de guardia, enciendo el carbón y cocino el pollo antes de que se pudra. A la corriente le quedarán 2 horas y esas ya no me tocan.