«Fe, amor y valentía»

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A veces la vida nos pone pruebas que parecen imposibles, momentos en que el dolor pesa más que las fuerzas y sentimos que ya no podemos seguir. Pero ahí, justo en ese instante, es donde la paciencia se convierte en nuestro mayor tesoro. Porque la paciencia no es rendirse: es confiar en que, aunque hoy no veamos la luz, mañana el sol volverá a brillar.

Tener fe es caminar con los ojos cerrados y el corazón abierto. Es creer que cada herida trae consigo una lección, y que nada de lo que vivimos es en vano. La fe es ese susurro que nos dice: “Resiste, que lo mejor aún no ha llegado”.

El amor es el hilo que sostiene cada parte de nuestra vida. Amar lo que haces, amar a quienes tienes cerca, amar incluso el proceso de levantarte después de una caída… eso es lo que da sentido a todo. El amor convierte las batallas en aprendizajes y las lágrimas en semillas de esperanza.

La vida no se trata de no caer, sino de no rendirse. De volver a intentarlo una y otra vez, aunque tiemble el alma y duela el cuerpo. Porque cada golpe que superas te hace más fuerte, más sabio y más capaz de ver la belleza en lo sencillo.

Recuerda siempre: la paciencia abre caminos, la fe enciende la luz y el amor sostiene el alma. No te apresures, no pierdas la esperanza y nunca dejes de ponerle amor a lo que haces. La vida, con todo y sus tropiezos, siempre recompensa a los que siguen de pie.

Yazmin Hidalgo