Jaruco

Toques de amor

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En la Finca La Rosa, ubicada en predios de la Cooperativa de Créditos y Servicios Luis Brito, en la localidad de Portilla, muy cerca de los límites de Jaruco con Habana del Este, fui testigo de una historia de amor.

Entre cabras y ovinos, a unos metros de mí observaba la silueta de una mujer que se paraba y se agachaba. Intrigada pregunté que hacía, y me respondieron que ella estaba lactando artificialmente a siete crías, de chivos y carneros.

Auto seguido avancé, y tomé unas instantáneas para inmortalizar ese momento de ternura, en el cual los pequeños tomaban leche en biberón y hacían de las suyas para llamar la atención de quien para ellos es una madre. Así, sin presentaciones formales, conocí a la maestra santiaguera jubilada, Cruz María Leiva, amante del campo y los animales.

CML: “Desde que yo llegue aquí a la Habana, me regalaron una chivita que se le había muerto la madre y yo me puse y la crié a mano. Me encantan los animales, todos estos chivitos que están a nuestro alrededor, están aquí porque han fallecido sus madres, los dejan, a veces paren tres y nada más pueden criar 2 y ya ellas cuando ven que no pueden darle leche, los dejan y es ahí cuando nosostros los recogemos y muy pocos se mueren, pero es a base de biberón”.

P: ¿Qué sucede cuando usted sale al patio?

CML: “Si tú los dejas ellos van hasta las camas, hasta el cuarto, tenemos que tenerlos encerrados”.

P: ¿Cuántas veces al día usted los tiene que amamantar?

CML: “Por la mañana, y los chiquitos por la tarde. Hay como 3 que nunca quisieron biberón y entonces le ponemos la vasija y ellos se toman la leche como si fuera agua”.

P: ¿Disfruta usted este momento?

CML: “A mí se me olvida que todo a mi alrededor existe porque me encanta. Uno lo disfruta pero tiene que gustarte”.

P: A usted más que el campo le gustan los animales.

CML: “Me gustan los animales, verlos y ayudarlos a alimentarse, me encanta”.

Aún cuando Cruz María Leiva, no vive en la Finca La Rosa, en Portilla, cada vez que tiene tiempo viaja desde Boca de Jaruco hasta aquellos parajes en busca del trinar de las aves, la brisa fresca y la compañía de los animales. A sus más de seis décadas de vida, la maestra de profesión, continúa vinculada al campo y apoyando en todo lo que pueda, para hacer de aquellos terrenos un área productiva y en crecimiento, matizando todo con un toque de amor.

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