La ansiedad del éxito
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Vivimos en una sociedad donde el éxito parece tener un único rostro: el de la productividad constante, el de la visibilidad, el de cumplir metas siempre más grandes y a un ritmo acelerado. En este escenario, la ansiedad del éxito se convierte en una compañera frecuente, que se infiltra en cada momento de nuestro día, haciéndonos sentir que nunca es suficiente, que siempre debemos hacer más.
Nos han enseñado que si no alcanzamos ciertos logros a tiempo, algo no está bien. Nos comparamos con los demás, con lo que tienen, con lo que logran, con lo que parecen ser. Esta constante comparación se vuelve una competencia sin fin, en la que, aunque ganemos, nunca es suficiente. Pero, ¿realmente estamos corriendo hacia algo que vale la pena?
La ansiedad del éxito no siempre grita. A veces, se presenta en la forma de pensamientos sutiles: “¿Estás seguro de que estás haciendo lo correcto? ¿Por qué no eres como los demás?”. Nos invade sin darnos cuenta, hasta que ya no sabemos si estamos viviendo nuestras propias vidas o la vida que los demás esperan de nosotros.
Nos roba el presente al obligarnos a vivir siempre pensando en lo que viene, con la vista fija en lo que falta, nunca en lo que ya hemos logrado. Como si el proceso, el camino, fuera un espacio intermedio sin valor. Como si la vida solo tuviera sentido cuando lleguemos a un destino que nunca parece llegar.
Pero, tal vez, el verdadero éxito no está en un currículum lleno de logros ni en las metas alcanzadas con prisa. Quizá el éxito se encuentra en esos momentos de paz, en la capacidad de parar y decir “esto es suficiente por hoy”. Tal vez el éxito radica en construir una vida que no dependa de la aprobación externa, sino de la satisfacción interna.
Hay triunfos silenciosos que no llenan titulares, pero que transforman nuestras vidas: atrevernos a pedir ayuda cuando la necesitamos, cuidar nuestra salud emocional, aprender a decir no sin sentirnos culpables. Son éxitos que no se celebran con grandes fiestas, pero que nos permiten sanar y crecer.
Quizá el mayor éxito no sea cumplir todas las expectativas del mundo, sino ser capaces de mirar nuestra vida y decir: “Así como soy, con mis logros y mis fracasos, también estoy bien”. Porque si redefinimos el éxito como un camino hacia la paz interior, entonces tal vez, por fin, podamos respirar y disfrutar de lo que realmente importa.
Yazmín Hidalgo
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