No al maltrato al adulto mayor

Cada año aumenta la cifra de personas que rebasan el umbral de los 60, logro que puede traducirse en desafío si no se alcanzan las políticas sociales adecuadas. En ese sentido Cuba apuesta por una vejez de calidad. Creó para ello una serie de programas que tributan al envejecimiento activo y saludable de nuestros longevos, pero, ¿qué sucede con el adulto mayor en el entorno comunitario o en su propio hogar? ¿Reciben siempre el trato adecuado?

Lamentablemente algunos hemos sido testigos del maltrato a las personas mayores desde lo físico hasta lo emocional: una problemática social que afecta la salud y derechos humanos de millones de adultos mayores alrededor del mundo y causa mucho daño y sufrimiento.

De manera frecuente se presentan situaciones de adultos mayores a los que sus hijos no cuidan y poseen una exigua pensión; otros que residen en hogares de ancianos porque sus familiares no los atienden o están ausentes. Algunos son dependientes físicamente y reciben un trato negligente, son relegados dentro de su propia vivienda, o no les es permitido ver al resto de sus familiares y amigos; ancianos que son vejados físicamente por sus familiares, entre muchas otras historias de violencia.

Disímiles como la vida son las situaciones que se producen y que, en alguna medida, muestran la vulnerabilidad de las personas adultas mayores desde el punto de vista económico, social y en el ámbito personal.

Se conoce que de 24 casos de abusos a la vejez sólo se denuncia uno, justificado al miedo de éstos de notificar el maltrato a sus familiares, a sus amigos o a las autoridades.

Afortunadamente esos ancianos no están solos. En Cuba son protegidos de manera legal desde el código de las Familias, el cual aporta un amparo integral, inclusivo y transversal, que, sustentado en la dignidad y el respeto a las voluntades y preferencias de los adultos mayores, potencia al máximo su capacidad funcional y con ello, un envejecimiento activo y saludable