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Germán y Jaruco

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Los relojes parecieron detenerse en la mañana de este miércoles 18 de octubre, mientras Germán Bode Hernández leía algunos relatos inéditos, testimonios de su infancia en el Jaruco de los años 40.

La Biblioteca Municipal se convirtió en una suerte de máquina del tiempo, para traer al público pasajes de la historia local, que conforman el libro “Cuentos que no son cuentos”.

La lectura serena de Bode inició por su investigación sobre las oscuras páginas de la Reconcentración de Weyler, que diezmó a gran parte de la población en Jaruco, denominada por Alejo Carpentier como la capital de espanto. Con la avidez de quien mantiene frescos los recuerdos, brindó también un recuento de las familias que protagonizaron la vida de este pueblo durante su curiosa niñez.

Con dosis de humor, anécdotas de nuestro municipio, y rasgos caricaturescos de personajes que adornaban la Ciudad Condal, el escritor habló sobre Gibarito, Ma Isabel y sus tambores, Rabo de Nube, la historia del fresco perdido en la Parroquia de San Juan Bautista, y su experiencia sobre el paso del ciclón del 44 por Jaruco, cuando un 18 de octubre su familia y su hogar sirvieron de refugio a más de una decena de vecinos que temían por la inclemencia del desastre.

Miradas fijas en el orador, sonrisas, incluso lágrimas, demostraron que fue un momento único para los presentes, testigos de una obra de inmenso valor, superada solamente, a mi criterio, por el afán de quien redactó esas líneas para que se conserven y transmitan.

 

Si Germán Bode no hubiese pintado con letras, respeto y dedicación las estampas de Jaruco de las que fue testigo, y las que en su andar descubrió, estas simplemente se hubieran ido, al margen de los textos de historia, olvidadas por aquellos que las vivieron y desconocidas por los que habitamos hoy esta geografía.

 

 

Dicho de otro modo, Germán Bode hizo su parte, y con benemérito, corresponde ahora movilizar todos los esfuerzos para que sus “Cuentos”, que son los nuestros, al fin se publiquen. Se lo debemos a él, y a todos los que han sido, son y serán, jaruqueños.

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