Opinión

El papel de la familia frente a los conflictos intergeneracionales

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En la mayoría de los hogares de Cuba coinciden en tiempo y espacio más de dos generaciones, lo cual puede complicar la convivencia de personas que difieren en experiencias, gustos y normas de vida.

En una misma casa, al joven de 12 años le gusta el reggaetón, comer frente al televisor y acostarse tarde. En cambio, la abuela de 70, se muestra en total desacuerdo con esos hábitos.

Si siempre hubo diferencia de percepciones, valores y modos de hacer entre los ancianos y los jóvenes, a veces pensamos que esas diferencias hoy son mucho mayores si le sumamos la brecha digital, y le corresponde a toda la familia aprender a manejarlas para vivir en armonía.

Frente a las ya clásicas frases de “la juventud está perdida” o “ser un viejo es lo último”, en la actualidad se levanta un muro que aparenta ser más alto entre aquellos que han crecido en medio de redes presenciales y los que han empezado sus vidas casi dentro de redes virtuales, aunque igual de reales.

El acelerado desarrollo tecnológico nos sitúa en la paradoja de estar más cerca que nunca unos de otros, y también de estar tan lejos como nunca. Las dificultades para comprender los respectivos mundos alcanzan incluso a sectores etarios muy cercanos, porque la inmediatez de los cambios científicos diseña modos de vida muy distintos en apenas pocos años.

¿Cómo va entonces a entender una abuela al nativo digital que dice divertirse en una habitación encerrado con un móvil en la mano, cuando para ella la definición de jugar pasa casi únicamente por la vía de reunirse en la calle con otros? ¿Cómo puede un adolescente hacer comprender a sus mayores que la solidaridad también se muestra por las redes sociales, concepto que parece ahora exclusivo para denominar a Facebook, Twitter o WhatsApp?

¿Acaso no necesita el adulto mayor de la ayuda del nieto para comprar en plataformas digitales o aprender a usar redes? ¿Cómo pasa el joven por la vida sin el acertado consejo de sus abuelos en el momento preciso?

Para que estas situaciones no estallen en graves conflictos, la familia con su papel unificador y educativo, debe favorecer el desarrollo de espacios de diálogo entre generaciones de modo sistemático, establecer una comunicación respetuosa e inclusiva, abrir espacios de formación de habilidades socioemocionales para la gestión de conflictos en todos los interlocutores del diálogo intergeneracional.

Tengamos en cuenta que las familias constituyen el núcleo de relaciones humanas de mayor intimidad, en el que conviven todas las generaciones y se pueden experimentar con más frecuencia los conflictos. Es allí entonces donde mejor podemos aprender del extraordinario poder del amor cuando combinamos el valor de la memoria y el de la energía juvenil.

– Vea además : Presenta Jaruco altos niveles de envejecimiento poblacional (+ Infografía)

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